FIESTA DIOCESANA
El
sábado 9 de junio de 2012, a
las 15 horas en la
Plaza Libertad (Laprida 1200), nuestra diócesis la celebra con una
SANTA MISA presidida por nuestro Obispo Monseñor Lugones. Desde allí Procesión hasta la Catedral.
“Iremos a testimoniar con humilde alegría
que en esa Hostia blanca está la respuesta a los interrogantes mas apremiantes,
el consuelo al dolor mas profundo, la satisfacción de la sed de felicidad y
amor que cada uno lleva dentro de sí, en el secreto del corazón”
Juan Pablo II
Jesús nos dice:
“Este es el pan que desciende del cielo, para
que aquel que lo coma no muera.
Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que
coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la
vida del mundo.
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene
Vida eterna
Y yo lo resucitaré en el último día.” Juan 6,50-55
En
cada Misa Jesús se nos ofrece en el Pan de Vida: la Eucaristía
BREVE HISTORIA DE CORPUS CHRISTI
A fines
del siglo XIII surgió en Lieja, Bélgica, un Movimiento Eucarístico cuyo centro
fue la Abadía
de Cornillón fundada en 1124 por el Obispo Albero de Lieja. Este movimiento dio
origen a varias costumbres eucarísticas, como por ejemplo la Exposición y Bendición
con el Santísimo Sacramento, el uso de las campanillas durante la elevación en la Misa y la fiesta del Corpus
Christi.
Santa
Juliana de Mont Cornillón, por aquellos años priora de la Abadía, fue la enviada de
Dios para propiciar esta Fiesta. La santa nace en Retines cerca de Liège,
Bélgica en 1193. Quedó huérfana muy pequeña y fue educada por las monjas
Agustinas en Mont Cornillon. Cuando creció, hizo su profesión religiosa y más
tarde fue superiora de su comunidad. Murió el 5 de abril de 1258, en la casa de
las monjas Cistercienses en Fosses y fue enterrada en Villiers.
Desde
joven, Santa Juliana tuvo una gran veneración al Santísimo Sacramento. Y
siempre anhelaba que se tuviera una fiesta especial en su honor. Este deseo se
dice haber intensificado por una visión que tuvo de la Iglesia bajo la apariencia
de luna llena con una mancha negra, que significaba la ausencia de esta
solemnidad.
Juliana
comunicó estas apariciones a Mons. Roberto de Thorete, el entonces obispo de
Lieja, también al docto Dominico Hugh, más tarde cardenal legado de los Países
Bajos y a Jacques Pantaleón, en ese tiempo archidiácono de Lieja, más tarde
Papa Urbano IV.
El
obispo Roberto se impresionó favorablemente y, como en ese tiempo los obispos
tenían el derecho de ordenar fiestas para sus diócesis, invocó un sínodo en
1246 y ordenó que la celebración se tuviera el año entrante; al mismo tiempo el
Papa ordenó, que un monje de nombre Juan escribiera el oficio para esa ocasión.
El decreto está preservado en Binterim (Denkwürdigkeiten, V.I. 276), junto con
algunas partes del oficio.
Mons.
Roberto no vivió para ver la realización de su orden, ya que murió el 16 de
octubre de 1246, pero la fiesta se celebró por primera vez al año siguiente el
jueves posterior a la fiesta de la Santísima Trinidad.
Más tarde un obispo alemán conoció la costumbre y la extendió por toda la
actual Alemania.
El Papa
Urbano IV, por aquél entonces, tenía la corte en Orvieto, un poco al norte de
Roma. Muy cerca de esta localidad se encuentra Bolsena, donde en 1263 o 1264 se
produjo el Milagro de Bolsena: un sacerdote que celebraba la Santa Misa tuvo dudas
de que la Consagración
fuera algo real. Al momento de partir la Sagrada Forma, vio
salir de ella sangre de la que se fue empapando en seguida el corporal. La
venerada reliquia fue llevada en procesión a Orvieto el 19 junio de 1264. Hoy
se conservan los corporales -donde se apoya el cáliz y la patena durante la Misa- en Orvieto, y también
se puede ver la piedra del altar en Bolsena, manchada de sangre.
El
Santo Padre movido por el prodigio, y a petición de varios obispos, hace que se
extienda la fiesta del Corpus Christi a toda la Iglesia por medio de la
bula "Transiturus" del 8 septiembre del mismo año, fijándola para el
jueves después de la octava de Pentecostés y otorgando muchas indulgencias a
todos los fieles que asistieran a la Santa Misa y al oficio.
Luego,
según algunos biógrafos, el Papa Urbano IV encargó un oficio -la liturgia de
las horas- a San Buenaventura y a Santo Tomás de Aquino; cuando el Pontífice
comenzó a leer en voz alta el oficio hecho por Santo Tomás, San Buenaventura
fue rompiendo el suyo en pedazos.
La
muerte del Papa Urbano IV (el 2 de octubre de 1264), un poco después de la
publicación del decreto, obstaculizó que se difundiera la fiesta. Pero el Papa
Clemente V tomó el asunto en sus manos y, en el concilio general de Viena
(1311), ordenó una vez más la adopción de esta fiesta. En 1317 se promulga una
recopilación de leyes -por Juan XXII- y así se extiende la fiesta a toda la Iglesia.
Ninguno
de los decretos habla de la procesión con el Santísimo como un aspecto de la
celebración. Sin embargo estas procesiones fueron dotadas de indulgencias por
los Papas Martín V y Eugenio IV, y se hicieron bastante comunes a partir del
siglo XIV.
La
fiesta fue aceptada en Cologne en 1306; en Worms la adoptaron en 1315; en
Strasburg en 1316. En Inglaterra fue introducida de Bélgica entre 1320 y 1325.
En los Estados Unidos y en otros países la solemnidad se celebra el domingo
después del domingo de la Santísima Trinidad.
En la Iglesia griega la fiesta
de Corpus Christi es conocida en los calendarios de los sirios, armenios,
coptos, melquitas y los rutinios de Galicia, Calabria y Sicilia.
Finalmente,
el Concilio de Trento declara que muy piadosa y religiosamente fue introducida
en la Iglesia
de Dios la costumbre, que todos los años, determinado día festivo, se celebre
este excelso y venerable sacramento con singular veneración y solemnidad; y
reverente y honoríficamente sea llevado en procesión por las calles y lugares
públicos. En esto los cristianos atestiguan su gratitud y recuerdo por tan
inefable y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace nuevamente
presente la victoria y triunfo de la muerte y resurrección de Nuestro Señor JESUSCRISTO.
Enviado por ABEL BUSTO