domingo, 24 de julio de 2011

CARTA A UN PADRINO DE COLORES
Me llamo Claudia Narvaez C.C 102. Les voy a contar la historia de por qué me hice cursillista, además de ser llamada por Cristo y haber contestado que sí.
Estando trabajando en un sanatorio como técnica cardióloga me toca hacer un estudio a un señor que en algunas oportunidades había visto charlando con compañeros míos de trabajo; había notado en él una bondad en sus palabras que me producían asombro y una sana envidia.
Al estar frente a frente empezamos a charlar de la vida, una cosa nos llevó a otra y terminamos hablando de Dios. Se descubrió el torso para el estudio y pude observar una cruz muy bella que anteriormente la había visto en otro paciente (quien también me había llamado la atención por su calidez humana; al preguntarle por qué era así me contestó que había hecho cursillo), le pregunté también a él si había hecho cursillo y le expliqué que hacía dos años venía observando la extraordinaria bondad y alegría que percibía en personas que casualmente llevaban la misma cruz. Él se rió a carcajadas y me dijo: "¿Qué, querés hacer cursillo?"...
Le contesté que sí, pero que sabiendo que se ingresaba únicamente por padrinos le expliqué que no tenía a nadie con la suficiente confianza como para pedirle ese favor. Rió nuevamente, suspiró y me dijo: "Mirá hija, sólo Dios sabe porqué vine a parar a tus manos, evidentemente Él es mas sabio que yo y ha decidido que sea instrumento, a lo mejor por última vez, para realizar su obra en vos. Yo en este momento estoy haciendo quimioterapia y me es imposible poder apadrinarte, Dios sabe que nada me daría mas placer en la vida, pero cierto es que en este momento no me puedo permitir el lujo de hacerlo. Sí puedo enviarte con mis dos hermanos, las personas que más amo y que te van a acompañar como si fuera yo."
Así fue, a los días un ángel me llamó por teléfono para venir a casa a conocerme a mí y a mi familia. Hice cursillo, al salir me esperaban mi familia, mi segundo padrino y la esposa de mi primer padrino. En el entronque me jacté e hice alarde, orgullosa, de mis cuatro padrinos y explicaba la bendición de poder haber dicho que sí a Cristo y que Él como regalo (a lo mejor sin ser merecedora de tal honor) pusiera en mi camino no a dos, sino a cuatro padrinos de esos que no pueden ser de tan buenos, sabios y honorables; de ésos que les confiaría mi vida a sabiendas que ellos harían algo perfecto de ella.
Es una bendición que agradezco a diario, porque en los peores momentos que siguieron a la salida de mi cursillo ellos siempre estaban allí para no dejarme caer, para darme palabras de fe y esperanza; cuando la vida quería tornarse un poco gris ellos estaban ahí para darle luz y colores. Nada hubiera sido igual en mi vida sin la participación de ellos. Mi primer padrino fue la bendición mas grande después de mi familia que Dios pudo darme, sería y soy injusta al pedirle otras cosas pues Él ha cumplido con creces conmigo.
Pasó un año de mi salida de cursillo y mi primer padrino estaba perdiendo su lucha contra el cáncer. Este jueves me dejó y nos dejó para ir a darle una manito a Dios, él está ahora en el cielo cuidando de nosotros. Nos ha dejado a todos un vacío inmenso y una sonrisa tierna en la cara al recordarlo. Sólo recuerdo su presentación con una amiga a la que le dijo:"he sido inmensamente feliz en la vida, Dios ha cumplido con creces conmigo, nada tengo que pedirle pues todo me lo ha dado"...
Ayer nos dejó... nos dejó su risa gentil... nos dejó su abrazo franco... nos dejaron sus palabras bellas y sabias... nos dejó su gesto amable y nos dejó el gran amigo de muchos que lo recordarán siempre con alegría porque él era pura alegría y bondad.
Hasta luego... Oscar Castiñeyras... me vas a hacer mucha falta....
DE COLORES.
Claudia Narvaez CC102